Eduardo Pitta

Me he acordado de pura casualidad, puesto que ayer estuve en Torres Vedras: hace menos de un mes fallecía Eduardo Pitta (Maputo, 1949 – Torres Vedras, 2023). Leo que estaba bastante débil, con una catarata de accidentes, enfermedades y demás desgracias que lo habían maltratado bastante los últimos dos años. Eduardo Pitta era, como todos, un mundo en sí pero además alguien con un vasto conocimiento de la literatura contemporánea portuguesa; su blog (podéis visitarlo clicando aquí) era un conjunto de críticas, columnas, reseñas y pensamientos que, de una manera muy personal, tenía palabras para todos y para todo. Por desgracia cada vez el aspecto de su día a día digital, al menos en su bitácora, era más lúgubre. Arreciaba su final poco a poco.

En Badajoz lo conocí y lamentablemente encontré en él cierta desgana en su lectura y una pose un tanto snob que no se correspondía con lo que había leído de él, tanto propio como ajeno. Esta sensación seguramente sea injusta puesto que lo conocí joven y el miúdo que era no tenía ni de lejos el bagaje literario

que debe tener ahora. Pitta era un prolífico autor en publicaciones a lo largo y ancho de la lusofonía y defensor de los derechos de la comunidad homosexual; en su obra poética se puede vislumbrar, pero sobre todo en su ensayo Fractura (Angelus Novus, 2003) que, según la profesora Ana Reimão «inaugura los estudios gays en la literatura portuguesa, afirmando que no existe una literatura portuguesa gay» y donde representa una genealogía de la literatura en lengua portuguesa, anunciando «la cultura gay está asociada a un estatuto económico acomodado que deja fuera parte de la comunidad homosexual (…) Esa fractura entre clases característica de la cultura gay anglo-americana es inexistente en los textos portugueses«. Hoy en día es una lectura interesante si se mira desde la perspectiva de inicios de siglo, pero ha envejecido desactualizada a partir de los estudios queer y LGBTIQ+ existentes, siendo una publicación demasiado centrada en la homosexualidad masculina y relegando la femenina, entre otras, al silencio.

Hace unos años, en Óbidos me reconcilié con él adquiriendo ¿Y si todo, de repente?. Antología poética (Ed. Regional de Extremadura, 2009) que perdí en la mudanza a Tarragona -o en un préstamo a algún conocido sin billete de vuelta-. Cuando era un miúdo devoré el libro antes de conocer a Pitta. También a Fernando Pinto do Amaral y su Exactamente mi vida (Ed. Regional de Extremadura, 2008)… pero esas son otras cosas que no hacen justicia hoy.