Un poema de Laura Ramos

[en la infamia de la injusticia está lo poco que trato ahora a laura: por qué, no lo sé // debe ser un resto de ese pasotismo que me ha ido serrando por dentro, como una estrofa se inmiscuye en un mal poema para poner calma // remiendo la costura desde la aguja de lo eterno, el café de otoño en la latina -recuerdo que óscar tomó un americano- y las historias del pueblito donde narraba sus clases, lleno de encanto marinero // uy, el mar que tanto une…]

LA PRIMERA POETA DE LA TIERRA NEGRA
Nació en uno de los barrios más pobres de la zona.
Su casa tenía ciento dos goteras. Estudiaba geografía
trazando paralelas sobre la pintura desconchada.
[…]
-Si hubiera podido decidir,
habría querido esculpir el agua. Cuando me llegó el
[momento,
me atrevía con los poetas.
(La muchacha observa un guijarro que recorre
la superficie calmada del lago
).

Aguanta
los guijarros con los dedos.
[…]
-Quiero una espada de cristal azul.
La maestra vidriera la mira, una canica cae
ácida en un bodegón, en lo que sería un bodegón
para Georgia.
-Niña, no se cortan con vidrio
las palabras.

La primera poeta de la tierra negra
nunca llegó a escribir.
Tomó la espada azul. Se partió a sí misma.

[poema extraído de La verdad es que estoy sola y que estoy ardiendo (Siltola, 2022) de Laura Ramos (Avilés, 1996)]

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